Enrique Albizu

València 1926 - Hondarribia (Gipuzkoa) 2014

Por: Isabel Tejeda

Pintor vasco que nació en el Levante debido a que su padre, forjador ferroviario, trabajaba allí por entonces. Pasó su infancia en Madrid, trasladándose su familia a Irun al acabar la Guerra Civil. Se formó desde mediados de los años cuarenta hasta finales de esta década en la Academia de Dibujo de Irun, la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de València y la Real Academia de Bellas Artes de Madrid. Obtuvo entonces los premios Fundación Carmen del Río y Fundación Molina Higueras. Pensionado por la Diputación de Gipuzkoa, en 1951 viajó a Italia. Ese mismo año participó en la I Bienal Hispanoamericana de Arte celebrada en Madrid. En 1955 recibió la Beca del Instituto Francés y se trasladó a París. Entre 1956 y 1960 residió en Venezuela. El Museo de San Telmo de Donostia/ San Sebastián, Caja Laboral Popular de Madrid o la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, entre otras colecciones, custodian su obra. En el año 1994, la Fundación Kutxa organizó una muestra retrospectiva en Donostia/San Sebastián.

Albizu, pintor realista, se especializó en el género del retrato y en iconografías cuyos protagonistas son las gentes del mar. Sin embargo, su obra carece del folclorismo típico del costumbrismo, representando los personajes populares con una dignidad y presencia que podemos encontrar en Zuloaga o en Vázquez Díaz; técnicamente, no obstante, su pintura se puede emparentar más bien con Darío de Regoyos. Familia del mar (1977) ilustra a la perfección su obra. Casi en forma de friso, Albizu construye una alegoría de los arrantzales. Tres pescadores vascos, cargados con sus remos, se acompañan por una figura femenina, una vendedora del puerto, que sostiene una cesta con pescado. Si la parte superior de la pintura relata la división del trabajo por géneros de las familias de pescadores, Albizu remata esta alegoría en la esquina inferior izquierda con dos retratos más que simbolizan la infancia como futuro y la vejez como sabiduría y respeto a la tradición: un retrato de un niño que sostiene un barquito de juguete y la figura de Larrauri, personaje al que pintó en otras ocasiones.